La votación del Frente de Izquierda. El fracaso del electoralismo


Por Marcelo Ramal


Los casi 700.000 votos obtenidos por el FIT-U fueron celebrados como un logro en las declaraciones de sus principales voceros.

En términos absolutos, el FIT-U obtuvo 32.000 votos menos de los que había logrado en las PASO de 2015 las dos listas que participaron en la interna del FIT. Al margen de esto, en 2015 el MST se presentó por cuerda separada, obteniendo 95.000 votos. La suma FIT+MST , en 2015, arroja un total de 828.000. Es decir que el FIT-U sufrió un el retroceso de 16% en términos porcentuales - 130.000 votos en valores absolutos. En el búnker del Frente de Izquierda, Nicolás del Caño se apresuró al hablar de “un avance” respecto de aquel año. La diferencia política es que el avance se convierte en retroceso.

Pero los datos son tan o más concluyentes si se miden los resultados actuales con los del 2011. En aquella votación se alcanzaron 527.200 votos a la categoría presidencial - el 2.4% de los votos emitidos. Si a la votación de 2019 le restamos el registro del MST en 2015 (en 2011 había sido parte de Proyecto Sur) y, por supuesto, el crecimiento del padrón electoral en estos 8 años, la votación del FIT-U en las Paso de 2019 es la misma que había obtenido el Frente de Izquierda en agosto de 2011. Volver al punto de partida, después de 8 años, es claramente un retroceso. 

En el análisis de los principales distritos, siempre comparando la categoría presidencial, la situación sigue esta línea general. En la provincia de Buenos Aires, el FIT-U mantuvo el porcentaje de 2015 (3.4%), sin un corte de boleta significativo. Descontando al MST, sin embargo, la votación retrocede al 3.1%. En Capital, la votación de 2015, siempre en las Paso, retrocede del 4.6% al 3.9%, y cae más, al 3.4%, si se descuenta al partido de Bodart. Los votos suben al 4.7% en la categoría a diputados que encabeza Myriam Bregman, que debería superar el 7-7,5% en las generales para conquistar una banca. 

En Córdoba, se ha ratificado el “desplome” del FIT, que sólo alcanzó un 2.6% a presidente y retrocedió 15.000 votos respecto de las Paso 2015. También han sido apreciables las caídas en Neuquén, del 6.2% al 4.5%, y Salta, del 3.3% al 2.5%. Todos estos datos son superados, sin embargo, por Mendoza, donde el FIT-U retrocedió a 45.500 votos respecto de los 90.000 que había alcanzado en las Paso de 2015. En Santa Fe, el FIT-U reiteró la votación del 2015, y logró pasar las PASO. 

En un conjunto de provincias, en cambio, el FIT-U no pasó la barrera del 1.5%, al menos en la categoría presidencial: Catamarca, Chaco, Corrientes, Formosa, Misiones, San Juan y Santiago del Estero. 

En un análisis más general de la izquierda, se tiene que el Nuevo MAS pasó del 103.000 a 173.600 de las PASO de 2015 a las de 2019, pero no consiguió el objetivo de superar el piso del 1.5% y quedó fuera de la elección general. Zamora, por su parte, sí logró superar ese piso en CABA, pero con el porcentaje más bajo de sus últimas presentaciones electorales –apenas un 1.65% de los votantes.


El lugar político de la izquierda
Cuando se consideran estos resultados, es claro que la izquierda –y en primer lugar el FIT-U- no ha tenido ninguna gravitación en este episodio electoral. La invocación al lugar alcanzado de “cuarta fuerza nacional” carece de valor, en primer lugar, por el estancamiento o retroceso en los guarismos electorales y, luego, por el carácter marginal o ´emergente´ de los que siguen al FIT –Espert, pañuelos celestes, etc. En las horas que siguieron al comicio, y mientras el país era sacudido por la enorme crisis política que deja la derrota abrumadora del macrismo, los principales voceros del FIT-U celebraban la “defensa de los votos de izquierda en el marco de una polarización” y le pedían al electorado ser tenidos en cuenta para algunas bancas en octubre. Los voceros de los bloques capitalistas, mientras tanto, aludían al derrumbe nacional y convocaban a ´salvar la gobernabilidad´. La clase capitalista abordaba la cuestión del poder político, la izquierda se ofrecía como aditamento parlamentario a un escenario de derrumbe del régimen político. 

En las horas siguientes a la elección, por lo tanto, la izquierda repitió la película que viene proyectando en el último año y medio, y principalmente desde el estallido del gobierno macrista. Mientras los bloques políticos de los explotadores debatían la cuestión del poder político, en medio de un colapso general del régimen, de su organización económica y de sus instituciones, la izquierda –y también la dirección del PO- se dedicó a levantar planteos de carácter parcial y por sobre todo errático y vacío de contenido, mientras rechazaba una enérgica campaña política por “Fuera Macri”, Constituyente Soberana. Decía que esta campaña era “funcional a los K”. Pues bien: en ausencia de una agitación de izquierda revolucionaria, las masas se sirvieron del “fuera Macri” que encontraron a su paso. La omisión política de la izquierda abonó el batacazo de F-F. La monumental derrota electoral del macrismo es sólo una expresión distorsionada -y atenuada- del abismo que separa a las masas del gobierno derechista. La izquierda rechazó orientar y canalizar ese rechazo por medio de una agitación y propaganda revolucionaria, ello, en nombre de que el desenlace electoral era inevitable (“hay 2019”). Ahora, los electoralistas pagan el precio electoral de su política conservadora.

El resultado electoral deja abierto una enorme crisis política, por la desautorización al gobierno, de un lado, y por las crisis prematuras que vivirá la coalición F-F como consecuencia de los compromisos inmediatos que será obligada a adoptar con el capital internacional. El escenario de lo que se viene está trazado en Chubut, donde el “electo” Arcioni enfrenta una rebelión popular. Es necesario explotar la agitación electoral de las generales para explicar el alcance de la crisis, la impotencia de la coalición virtualmente ´electa´ para abordarla y convocar a los trabajadores a tomar en sus manos, con su programa y sus métodos de lucha, una salida obrera a la crisis.

Comentarios